Tal vez esta entrada es para de alguna manera desahogarme por el primer clásico de la Supercopa española.
Hay un equipo que pasó de ser un equipo un sentimiento, llenando mis días de las mayores alegrías vividas y por vivir. Un sentimiento que no me abandona ni día ni noche, que me llena de fuerzas, y que sobre todo, amo. Me ha enseñado a nunca desistir de un sueño, que con esfuerzo se logra lo inimaginable. Un sentimiento que no cesa, que crece cada segundo y estoy segura de que no dejará de crecer.
Un sentimiento que se convirtió en pasión, un motivo por el cual sonreír, llorar, gritar. Que me hace expresar con el mundo que amo. Es una pasión inexplicable, sólo puedo pedir que no acabe.
Siendo madridista el amor al fútbol no descansa, está en el día a día, en cada segundo vivido.
Siendo madridista nunca hay imposibles, si se lucha, se logra.
El Real Madrid no es un equipo cualquiera, esta pasión no tiene un límite. Perdiendo un partido se gana el orgullo, nunca desistamos, todo lo podemos alcanzar porque el fútbol no se va a acabar.
Y no tengo que reprocharle a mi Madrid.
Hoy y siempre con ustedes. Mi corazón más blanco que nunca.